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CAPÍTULO 1

  • andrechicadeporte
  • 24 nov 2015
  • 10 Min. de lectura

SEIS MESES ATRÁS

ANDY

-¡Me voy!- cojo mi mochila rápidamente antes de que mi madre me diga nada, es mi primer día de clase y no quiero llegar tarde. Estoy a punto de salir por la puerta, meto las manos en mi bolsillo y busco las llaves, definitivamente no están ahí, retrocedo hasta la mesita que tenemos en la entrada y cojo las llaves de mi hermano, él hoy no las necesitará tiene ese estúpido entrenamiento en casa, yo he conseguido librarme gracias al instituto y a las prácticas de kick boxing, asique hoy mi hermano faltará a la escuela y no saldrá. Abro la puerta y salgo de casa. Cuando me doy cuenta de que estoy fuera doy un suspiro de alivio, mi madre no se ha dado cuenta de que me he ido. Meto la llave en la cerradura y cierro la puerta, me giro y camino hacia el coche de Rodrigo, mi mejor amigo desde hace cinco años, él es más mayor que yo, va a la universidad y su coche es muy guay, asique me lleva al instituto para que no tenga que esperar al autobús. Cuando llego al coche, Rodrigo sale del él y me da un abrazo, luego abre la puerta del copiloto para que entre.

-¡Andy!- Oigo gritar a mi madre a la vez que escucho como viene caminando tranquilamente hacia el coche de mi amigo. Había estado tan cerca de no tener que hablar con ella... Giro sobre mis talones para verla de cara.

-Mamá pensaba que estabas dormida.- Miento dándole un abrazo tierno.

-Seguro... cariño tienes que estar preparada, ya sabes que puedes encontrar a tu ketai hoy, ¿no estás nerviosa?

Siempre tengo esta conversación con mi madre, todos los días desde que cumplí los dieciséis. Un ketai es la pareja de vida, es la persona de la que te enamoras, y a la que nosotros, los Jamis debemos proteger. Cuando encuentras a tu ketai tienes que cuidarle de todos los males que pueden acecharle, en especial del kurumo, un grupo de Jamis que perdieron a su pareja y enloquecieron, ellos intentan matar a las parejas de todos los Jamis, nosotros debemos protegerles de ellos, los Jamis somos eso, protectores. Vivimos por y para nuestros ketais y cuando les perdemos realmente lo pasamos muy mal, al igual que cuando nos rechazan.

Dilan, mi hermano, hoy se ha quedado en casa aprendiendo nuevos movimientos de lucha con un entrenador que tiene, se llama Jason... es un gran Jami, ha conseguido salvar a más de veinte ketais, no siempre suyos, a veces ha tenido que salvar a algunos que debía proteger como un trabajo, es considerado un héroe en nuestro mundo. Si, efectivamente, he dicho nuestro mundo. En la vida real nosotros solo somos normales y corrientes, las personas no ven lo que realmente hacemos, no ven a los kurumo y no son conscientes de que les salvamos la vida.

Mi madre encontró a mi padre cuando luchaba contra un kurumo que intentaba comerse a un gatito... a mi madre le encanta salvar vidas, aunque sea la de un gato, aunque al final acabó salvando a mi padre. Yo veo lo mucho que se quieren, pero yo no quiero una relación, no todavía y menos como las que tenemos en mi mundo, no quiero ser la niñera de nadie, no quiero que mi futura pareja tenga que depender de mi.

-Si mamá, muy nerviosa.- Me rasco la nuca y me coloco bien la mochila en el hombro.- Tengo que irme, no quiero llegar tarde.

-Esta bien. Ten cuidado Andy.- Se da la vuelta y se va. Yo suspiro y entro en el coche.

Durante todo el camino ni Rodrigo ni yo hablamos, solo miramos la carretera, cada uno pensando en sus cosas. El coche empieza a disminuir la velocidad hasta que acaba parándose, abro la puerta y saco una pierna del coche.

-Andy espera.- Me giro para mirar a Rodrigo y sonrío.

-Estoy bien Rodri, no te preocupes, solo es el instituto.- Cierro la puerta, le miro y vuelvo a sonreír, Rodrigo es un chico muy dulce, tiene cara de niño pequeño, sin dejar de ser muy guapo, además siempre se ha preocupado mucho por mi, desde que nos conocimos. Fue hace cinco años en una clase de lucha. Yo tenía once años y me tocó luchar contra él, que tenía seis años más que yo. Cuando entramos en el cuadro de pelea, él se dejo ganar para que a mi no me castigasen, porque cuando perdías una pelea te castigaban de muchas formas, pero ninguna agradable. Después de que Rodrigo corriese tres horas sin parar dando vueltas al campo de fútbol vino a mi casa y se ofreció a enseñarme a pelear y desde ese día hemos estado siempre juntos, ayudándonos uno al otro. Ahora ya no me deja ganar, pero porque yo se lo pedí.

-Andy sé que estarás bien, solo quiero que sepas que encontrar a un ketai no tiene porque pasar hoy, a lo mejor tardas muchos años. Y si lo encuentras hoy, tampoco creo que sea tan malo.- Rodrigo había pasado los dieciséis hacia seis años y no había encontrado a su ketai, algo que le dolía mucho, yo lo sabía, me lo había contado muchas veces, él no quería acabar como su padre, que se casó con una mujer a la que no amaba, teniendo un hijo con esta y desapareciendo cuando Rodrigo solo tenía tres años.

Me acerco a él y le cojo la mano, la acaricio lentamente y le doy un beso en la mejilla. En ese momento oigo el timbre que anuncia el principio de las clases.

-Me tengo que ir- abro la puerta del coche y salgo de éste, cierro la puerta y empiezo a caminar hacia la puerta del Dubster, el instituto más prestigioso de toda Europa.

Llego hasta mi taquilla e intento desbloquearla, después de darle unos buenos golpes unas manos se posan sobre mis hombros.

-¿Necesitas ayuda nena?- me giro rápidamente y abrazo a mi mejor amiga.

-¡Ana! , no sabes lo que te he echado de menos.

-Se nota nena, he recibido tantas llamadas tuyas...- dice mi amiga con ironía mientras me mira con cariño.

-Sabes que he estado ocupada, mi madre y sus entrenamientos, no he tenido tiempo para nada. - Se pone delante de mi taquilla, marca los dígitos y tras un golpe esta se abre.

-Si si, ya sé, tu madre y su manía de que te conviertas en una copia de kill bill. Pero ¿ni una llamada?

Ana es la única que sabe todo sobre mi mundo sin pertenecer a él. Se lo conté cuando tras un accidente hacía tres años creía que la perdería. Prometimos que no tendríamos ningún secreto, asique ella me contó que había perdido su virginidad con el que era mi novio y yo le conté lo que era.

Saco los libros que necesito y los meto en la mochila junto con mi almuerzo y algo de dinero que había cogido para poder pagar a la profesora un dinero para poder ir a una excursión a las playas de Almería, a las que siempre había querido ir. Mi madre no sabe nada, porque si se lo digo no me dejará ir, asique tengo que pagarlo a sus espaldas.

Empezamos a caminar hacia el aula de matemáticas. Vamos hablando de un montón de cosas y la mayoría sin sentido, apunto de llegar a clase un fuerte empujón corta las risas que teníamos mi amiga y yo. Por puro reflejo consigo agarrar a la persona que me ha empujado por el brazo, subo su fuerte brazo por encima de mi cabeza y con toda la fuerza que soy capaz de ejercer hago palanca con mi cuerpo, haciendo que el chaval caiga de espaldas al suelo.

Me llevo las manos a la boca cuando me doy cuenta del error que he cometido, todo es culpa de mi madre y la sobre protección que me ha inculcado.

El chico se esta quejando en el suelo mientras se acaricia la espalda.

-Madre mía, ¿estás bien?. -Estiro la mano hacia el chico para poder ayudarle pero este aparta mi mano de un manotazo.

-Estas loca... joder que fuerza tienes... - Me empiezan a sudar las manos, nunca antes me había pasado, siempre sé que responder en cada momento, pero ahora, justo en este momento estoy bloqueada.

-Si bueno, es que es como una kill bill pero más guapa y sexy- la voz de Ana me devuelve a realidad, la miro y me guiña el ojo, aparto mi mirada de la suya y vuelvo a mirar al chico mientras mi amiga entra en clase.

-Lo siento, ha sido un acto reflejo- le vuelvo a ofrecer la mano y esta vez si que me la acepta y haciendo fuerza hacia arriba se pone de pie. No es un chico feo, nada feo. Es más o menos de mi altura, rubio con ojos verdes, el típico chico popular que vuelve locas a todas las chicas.

Me mira de arriba a abajo parándose en el escote de mi camiseta negra de tirantes.

-Guapa, sexy... se me ocurren muchos más adjetivos para describirte.- Sonríe y me vuelve a mirar, me acerco a él y sin que pueda evitarlo recibe un puñetazo en el estómago, se agacha aguantando el dolor mientras me acerco a su oído.

-No me gusta que me miren.- Me coloco el tirante de la mochila en el hombro y abro la puerta de clase.

-Si no quieres que te miren no seas tan sexy.- Me giro para mirarle y le veo sonriendo con una sonrisa realmente bonita, le miro más de lo que debería y cuando me guiña un ojo, al fin dejo de observarle, niego con la cabeza sin poder evitar sonreír y entro en clase cerrando la puerta detrás de mi.

Me siento en la primera fila de mesas, justo delante de la profesora y al lado de mi amiga. Dejo la mochila en el suelo, me siento y saco el libro de historia, me giro hacia Ana que me mira como si esperase que le contara alguna noticia y le digo:

-¿Sabes?, tenías razón.-A Ana se le iluminan los ojos.

-¡Es guapísimo!, ¿verdad?- rio alto y la profesora nos manda callar mientras escribe algo en la pizarra.

-En realidad hablaba de los reyes... - me mira extrañada.

-¿Qué reyes?

-¡Los reyes católicos!, es un tema muy guay.- Me mira enfadada y no puedo evitar reírme más fuerte.

-¡SEÑORITA REVEL! - al oír mi apellido me quedo callada y cuando miro hacia la profesora me vuelve a entrar la risa.

-Lo... jajaja siento... no... jajaja puedo evitarlo jajaja.

-¡FUERAA, AHORA!.- Me levanto sin dejar de reírme y salgo al pasillo, empiezo a caminar de un lado a otro para tranquilizarme y volver a entrar en clase.

-¿Enana?- me giro hacia la voz y veo saliendo del despacho del director a Rodrigo.

-¿Qué haces aquí?- me acerco a él y le abrazo poniendo mis brazos por encima de sus hombros, él me coge de la cintura y me levanta dándome un sonoro beso en la mejilla.

-Estaba hablando con el director del instituto para participar en el festival de la semana que viene. Nos gustaría tocar con nuestro grupo...

-¿Vuestro grupo?, - le interrumpo- ¿cuál, desde cuándo tienes uno?- unos niños de primero pasan corriendo mientras empieza a sonar el timbre que anuncia la siguiente clase. Le cojo de la mano y salimos a la parte trasera del instituto, donde nadie pueda vernos. Caminamos hasta una puerta y la abro, detrás de ésta un sofá y una mesita de café se iluminan cuando enciendo la luz.

-Ya lo encontré así... - me siento en el sofá y doy unas palmaditas a mi lado para que él también se siente.

-¿Qué es eso del grupo?- me coge la mano y empieza a acariciarla, una manía que tiene, para ser sinceros, me encanta que lo haga, me relaja mucho.

-Tu hermano, Jason y yo creamos un grupo de rock hace unos días... todos cantamos, tu hermano y yo tocamos la guitarra y Jason la batería...

-Ue... ¿Jason? - Rodrigo asiente lentamente.

-¿El héroe?- vuelvo a preguntar.

Rodrigo asiente otra vez y se acerca un poco más a mi.

-Conseguimos convencerle con un poco de dinero, además, el tío también tiene que descansar de tanto ketai y que ninguno sea el suyo. Eso es una putada, yo lo sé, no se lo recomiendo a nadie. Asique él solo quería descansar de toda esa mierda. - Esta vez soy yo la que me acerco más a él, le acaricio la mejilla con la mano libre que no me está acariciando, me acerco todavía más y más, estamos muy cerca, demasiado, de repente se abre la puerta y Rodrigo y yo nos apartamos de golpe, miro hacia la puerta y veo a un chico con ojos azules... ese chico me suena, es con el que me he chocado antes, pero, ¿qué hace aquí?

-¿Qué haces tú aquí?- digo levantándome del sofá y encarándome a él.

-¿Cómo me has dicho que te llamabas?- cierra al puerta cuando escucha ruido y se sienta en el sofá, al lado de Rodrigo.

-No te lo dije. ¿Qué haces aquí?, este sitio es como mi santuario. - Ríe y se tumba haciendo que Rodrigo tenga que levantarse, este se acerca y se pone a mi lado. El chico cierra los ojos y después de un rato me mira y sonríe.

-Eso díselo a todas las tías con las que me he acostado justo en este sillón.- Las mejillas me empiezan a arder de rabia, él, ese estúpido niñato había estado en el único sitio donde me sentía segura y no contento con esto se había acostado con a saber cuántas tías en el sofá donde dormía siempre que me sentía mal.

Me acerco al sofá para decirle cuatro cosas bien claras, pero el teléfono de Rodrigo empieza a sonar.

Rodrigo coge el teléfono y se aleja lo más posible de nosotros, me quedo mirándole y me rasco la nuca, luego me giro y miro al chico que está sentado en el sofá.

-Podemos hacer turnos, o nos acostamos juntos y se acabó.- No puedo evitarlo, este chico me supera, giro sobre mis talones, me engancho al brazo de Rodrigo y salimos de ahí, antes de salir oigo gritar al chico que está dentro:

-Un placer conocerte, soy Jake.

Camino al lado de Rodrigo, he salido del instituto para hablar con él, pero ninguno de los dos dice nada, le miro a la cara y veo preocupación en sus ojos, la llamada que ha recibido antes no ha tenido que ser buena.

-¿Qué pasa?- pregunto.

-Nada, no te preocupes.

Cuando voy a hablar para decirle que si que me preocupaba por él, se para, me mira y me da un beso en la frente.

-Tengo que irme, ¿te importa ir sola a tu casa?- le miro a los ojos, veo nerviosismo y preocupación, cierro los ojos unos segundos y le abrazo.

-Luego nos vemos- le doy un beso en la mejilla y sigo caminando hacia mi casa.


 
 
 

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